Uno de los rasgos característicos de los mercados de trabajo de América Latina en general y
de Argentina en particular es la desigualdad,
donde las inequidades que se producen entre
varones y mujeres constituyen una de las dimensiones más importantes que deben ser
conocidas y consideradas cuando se pretende
lograr una sociedad más igualitaria, cohesionada e incluyente.
Desde la década del 60 se desarrolla en Argentina un proceso de incorporación de las mujeres
al mercado de trabajo, vinculado a diferentes
factores entre los cuales se destacan el acceso
a mayores niveles educativos y las transformaciones culturales que influyeron en el cambio de
las pautas de fecundidad. Este proceso avanzó
de manera gradual hasta los 80, acelerándose
durante los 90 asociado al aumento del desempleo y al deterioro de los salarios reales de los
jefes varones.
Los salarios de las
mujeres crecieron menos y se detuvo el proceso de feminización del empleo que se observara
durante los 90, como resultado de un mayor
crecimiento en las ramas de actividad tradicionalmente masculinas.
Por lo tanto, hacia el año 2007 se observó
un mercado de trabajo con elevada inequidad
de género. El ingreso laboral de las mujeres es
menor que el de los varones, producto de una
inserción laboral más precaria: menor participación en el mercado de trabajo (38% y 55%),
mayores tasas de desempleo (12% y 8%), menor
acceso al empleo asalariado registrado (54%
y 64%) y menor ingreso por hora trabajada.
Las trabajadoras acceden en menor proporción a cargos de conducción, aun presentando
mayores niveles educativos, incluso en actividades muy feminizadas. Asimismo, el grado
de desigualdad laboral entre sexos varía según los sectores económicos, las ocupaciones,
las regiones del país y el nivel educativo de
los trabajadores.
Las brechas salariales de género
y sus causas:
principales enfoques
Son numerosas las investigaciones desarrolladas acerca de la problemática de género en el
mercado de trabajo. Las principales corrientes
teóricas de la economía y de la sociología han
realizado importantes aportes identificando
las posibles causas de los elevados niveles de
inequidad observados en los mercados de trabajo, en términos de la menor participación, las
peores condiciones y los menores ingresos laborales que presentan las mujeres. Asimismo, el
amplio conjunto de estudios empíricos desarrollados en América Latina respalda en mayor o
menor medida las derivaciones que surgen de
los marcos teóricos.
La teoría neoclásica -que supone mercados
de trabajo que funcionan de manera eficiente, empresarios que maximizan beneficios y
trabajadores que optimizan sus ingresos laborales- establece que la determinación de los
salarios es función de la productividad marginal del trabajo. Desde esta perspectiva, las
diferencias en la oferta de trabajo de varones
y mujeres (habilidades y preferencias individuales) sería la única justificación tanto de las
brechas salariales de género como de los distintos patrones de inserción laboral que presentan
varones y mujeres.
Por un lado, la teoría del capital humano
postula la existencia de una relación directa entre los ingresos del trabajo y las competencias
laborales adquiridas a través de la educación
formal, la capacitación, la experiencia, etc. Las
decisiones de invertir en capital humano son
racionales y surgen de la comparación de los
costos que insume la formación con los salarios
que se percibirán a lo largo de la vida laboral.
En el caso de las mujeres, la mayor carga de
responsabilidades de crianza y cuidado familiar
limitaría sus posibilidades de acumular capital
humano, acotando la productividad de su trabajo remunerado, y por lo tanto, sus salarios.
Por otro lado, la mayor carga de trabajo doméstico, también incrementaría los costos laborales
de las mujeres, en términos de mayores niveles
de ausentismo e impuntualidad, rotación entre
empleos y mayores costos de infraestructura (por ejemplo, derivados de la necesidad de
disponer de guarderías infantiles). En este sentido, los menores salarios pagados a las mujeres
serían una manera de compensar sus mayores
costos laborales.
No obstante, la evidencia empírica para
América Latina no parece respaldar, de manera
agregada, los supuestos de menor productividad ni los mayores costos laborales para las
mujeres que establecen los enfoques neoclásicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario